viernes, 24 de febrero de 2012


DANIEL FREIRE. EL COMPROMISO DEL SILENCIO

Por Ramon Casalé

Asociación Internacional de Críticos de Arte


La soledad del ser humano no se advierte sólo en la falta de afecto o de relación respecto a otras personas, sino que también se encuentra en uno mismo. El ensimismamiento y la duda constante origina la huída de la propia realidad diaria.

Estas circunstancias aparecen reflejadas con rigor en la pintura de Daniel Freire, que desde una óptica figurativa, que denominaría “realismo ambiental”, nos muestra el comportamiento de unos personajes preocupados y aburridos que se pueden encontrar en un bar o cafetería de cualquier ciudad. Parecen estar meditando o pensando en sus problemas, con un cigarrillo en la boca, bebiendo una copa o simplemente reposando sus brazos en la mesa con los ojos cerrados.

Si observamos la pintura de Daniel Freire nos evoca escenas costumbristas e intimistas de Hooper o incluso a las arrogantes y expresivas de Freud. El realismo de los retratos y de los interiores se combina a la perfección con el hiperrealismo de los bodegones, en que los objetos cotidianos –zapatos, vasos, sombreros- son sus principales protagonistas.

Sea de un modo u otro, Daniel Freire nos aproxima a un ambiente en que el silencio y la soledad sólo se rompen por el ruido de las pisadas al bajar unas escaleras, por el tintineo de los vasos al chocar o por las voces de la gente.

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